Más de un año ha pasado desde mi último post (ya ni recordaba que tenía un blog), ayer fue un día extraño (algunos dirían imposible); mi familia y yo decidimos mudarnos a una casa que nos estuvo esperando 10 años y que en dos semanas nos recibirá luego de todo ese tiempo, es decir, en dos semanas, dejaré la que hasta el 2009 consideré mi hogar.
Me he dado cuenta que no he contado nada en absoluto sobre mi hogar, bueno, me mudé el 2004 (creo que en el mes de mayo o junio) con mis padres y mi abuelo luego de pasar 21 años en el distrito de San Martín de Porres. Yo no quería ir pero tenía que obedecer lo que mi familia había decidido y fue ahí, en esa casa, donde mi relación con mi abuelo fue de la mejor y se hizo más fuerte. Me sentaba en la sala durante horas a ver televisión, escuchar música, desayunar, almorzar y cenar pero sobre todo a compartir tiempo con la mejor persona del mundo.
Les puedo decir que fueron los 8 años que más recuerdo aunque siento que ya no pertenecía ahí desde que mi abuelo nos dejó y con él todo lo bueno que tenían para mi esas cuatro paredes; hace tiempo que no deseaba quedarme y creo que mis padres lo entendieron (aunque demoraron en hacerlo) y el día de ayer por fin se tomó la decisión de ir a nuestra casa que yo sé que será la mejor de todas.
La Molina me espera y con ella, el tráfico, la falta de tiendas y de transporte público pero también la tranquilidad de las dos personas más importantes de mi vida. Creo que siempre escribo sobre mis abuelos, paternos o maternos, pero nunca le doy crédito a la influencia que han tenido en mi vida, mis padres.
En 28 años sólo me han hecho sentir lo importante que soy para ustedes y a víspera de tener 29 (felizmente no me siento viejo) me he dado cuenta que mis padres son y serán mi razón de vivir.
Los quiero mucho (aunque me cueste decirlo). Gracias Aura Luz y Miguel Raúl por todo lo que me han aconsejado y ayudado pero por sobre todo, por dejarme ser parte de sus vidas y dejarme ser su hijo.
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